En San Lorenzo, la entrega no se negocia
- Matías Gonzalo Costa
- 23 ago 2022
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 11 nov 2022
La llegada de Rubén Darío Insúa parecería haberle traído tranquilidad a un club que la necesitaba. Tras un nuevo triunfo frente a Racing, en el Ciclón se ilusionan, ahora con argumentos válidos, con meterse en las copas internacionales del año próximo.

"A Insúa, los dirigentes le tienen paciencia", titulaba el diario La Nación el 10 de septiembre del 2002 (https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/a-insua-los-dirigentes-le-tienen-paciencia-nid430128/). No, no hay errores de redacción de por medio. En su ciclo anterior al mando del club azulgrana, el DT también había llegado a lidiar con momentos de inestabilidad. No obstante, casi tres meses más tarde de aquella publicación, sin que ello signifique nada, terminaría siendo campeón de la Sudamericana.
Indudablemente, Insúa se ha constituido como un entrenador consecuente entre sus actos y declaraciones. Desde su arribo en mayo del vigente año, "paciencia" probablemente haya sido el término más utilizado durante sus conferencias de prensa. A pesar de haber empatado muchos partidos, su cuerpo técnico entendió desde un primer momento que en San Lorenzo, primero, había que resolver un problema que iba más allá del funcionamiento y de los resultados. En todo caso, comprendieron que la mala racha futbolística por la que estaba atravesando el club no era más que una consecuencia directa de ese desorden generalizado. Con la fecha de las elecciones presidenciales ya pautada para el próximo 17 de diciembre, los socios calmaron su incertidumbre con respecto al futuro político del club. Sin embargo, Insúa ha tenido mucha injerencia en dicho proceso.
Hasta hace no mucho tiempo, lo que se veía de San Lorenzo en el terreno de juego era un claro reflejo de un profundo caos institucional. En este sentido, Rubén Darío volvió a las bases y, sin demasiadas vueltas, hizo de sus dirigidos un conjunto con muchísima entrega. Desde el comienzo de este campeonato, de hecho, se vio un equipo muy aguerrido, dispuesto a dejar sangre, sudor y lágrimas cada fin de semana. El compromiso con el grupo y el sentido de pertenencia, en palabras del propio entrenador, se han transformado en valores innegociables para un grupo que jamás se resigna. Sin dudas, las derrotas y los malos partidos han sido parte del ciclo del "Gallego". Empero, el balance, hasta el momento, es más que positivo desde lo actitudinal.
Como si ello fuese poco, Insúa potenció a todas y cada una de sus piezas. Lo que parecía una defensa endeble, se ha convertido -casi que con los mismos nombres- en un refugio cada vez más seguro. La mitad de la cancha, compuesta por muchos jóvenes, ya es un sostén para el buen rendimiento del resto. Giay, Elías, Méndez y Fernández Mercau cuentan, además, con el respaldo de Martegani, Perruzzi y Maroni, que han cumplido con su tarea cuando les tocó ingresar. Arriba, los 30 años de Cerutti no están siendo tales en la práctica. Por mérito propio o por influencia de Insúa, el ex-Independiente parece revitalizado. Bareiro es uno de los goleadores del campeonato, y Vombergar (un acierto en los ojos de Caruzzo -mánager actual de la institución-, de Cetto -que anteriormente ocupaba ese cargo-, y de cada uno de los scouters del club) se perfila para convertir en demasía. Simultáneamente, injusto sería no destacar el desequilibrio de Nahuel Barrios, fundamental para ser contundente en los últimos metros. La única duda quizás todavía sea el guardameta, y no necesariamente porque alguna de las opciones haya funcionado peor que la otra. Batalla y Torrico se disputan un lugar desde hace meses, y allí se dirimen cuestiones vinculadas con el presente y la experiencia, con la idolatría y el deseo real del cuerpo técnico.
Más allá de lo dicho hasta el momento, todavía hay muchas cosas que corregir. Las desatenciones en la zona baja hicieron que el Ciclón pierda partidos en pocos minutos. El ejemplo más cercano en el tiempo es, en esta línea, la derrota en Paraná ante el Patronato de Sava. Ahora bien, también es cierto que puertas adentro han sido siempre muy autocríticos con su labor, llegando a reconocer públicamente muchos de los errores marcados por la prensa. Incluso en la victoria, donde enfatizar lo positivo es más sencillo (y está más normalizado) que recaer sobre los puntos bajos, Insúa ha hecho un análisis pormenorizado de lo sucedido dentro del terreno de juego. Luego del triunfo de anoche en el Cilindro, verbigracia, el DT remarcó que, según su perspectiva, "habíamos hecho un buen primer tiempo, nos había faltado algo de volumen de juego y mayor precisión a la hora de terminar los ataques y en el complemento lo pudimos lograr". Encontrar flaquezas estando del lado vencedor tiene un mérito inconmensurable, pues le permite a los entrenadores corregir aquello que sea necesario para explotar al tope lo que sí funciona.
De cara a lo que se viene, entonces, el objetivo será empezar traducir esos destellos de buen funcionamiento en algo regular, que se repita independientemente del rival y del contexto. Así y todo, el juego de San Lorenzo hoy tiene, al menos, algo de lo que agarrarse. En otras palabras, Insúa consiguió que su equipo cuente con algo que lo defina. Y esa propiedad, infravalorada por muchos, está ligada a dar el máximo de sí en cada encuentro.
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