Un empate que no alcanza
- Matías Gonzalo Costa
- 29 mar 2021
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 21 mar 2022
Los dirigidos por Miguel Ángel Russo pudieron ganarlo en el final, pero Villa desaprovechó la chance de cambiar el penal por gol. En una noche donde el rendimiento colectivo fue regular, el empate parece justo, pero no llega a ser bueno para lo que Boca necesita.

Foto: As
Centro de Zárate, mano de Costa. El penal, bien sancionado, le dio a Boca la oportunidad de llevarse una victoria de Avellaneda. El encargado de patearlo fue Sebastián Villa, que venía convirtiendo desde los doce pasos. Pero en esta ocasión, la ejecución no fue la mejor. Sosa contuvo el remate y privó al Xeneize de conseguir los tres puntos.
Ahora bien, tampoco es que los de azul y oro (hoy vestidos con su indumentaria alternativa) hayan hecho demasiado mérito como para ganar el encuentro. Nuevamente se observaron claros defectos en ofensiva; la ausencia de un delantero centro parece ser uno de los principales conflictos de un equipo que apuesta por un juego directo y que, sin embargo, no cuenta con una referencia estable. La labor de Tévez es más que positiva, que no se malinterprete. Pero cuando los laterales desbordan, su presencia no es suficiente. Por el contrario, resulta sumamente necesario contar con otro hombre en el área, de otras características, que hasta incluso le permita a Carlitos retroceder unos metros para no tener la obligación de andar a los codazos con los defensores contrarios. Un claro ejemplo de lo dicho es el inicio de la jugada contra River en el último Superclásico. Cuando el Apache se tiró unos metros hacia atrás, consiguió emplear un recurso que solo los jugadores de su categoría pueden presumir. Y fue allí donde marcó una verdadera diferencia.
A falta de goleadores natos, para colmo, los goles los hacen los defensores. Se ha vuelto una costumbre que en el club de la ribera los que conviertan sean los zagueros centrales. Otro argumento más para entender el por qué de la insistencia con la búsqueda de un nueve.
El cuestionamiento interno es claro: ¿Cuándo lo que es una excepción se transformará en algo excepcional? ¿Por qué a Boca le cuesta tanto mantener una regularidad en su nivel de juego? La tabla de posiciones lo condena: hoy está sexto, afuera de la zona de clasificación y con posibilidades de quedar aún más abajo. El equipo está lejos de lo que lo llevó a vencer 7 a 1 a Vélez y también de un rendimiento que le permita trabajar con cierta tranquilidad.
Pero no todo es color oscuro. Hubo, en la noche del Libertadores de América, algunos puntos a destacar: el ingreso de Zárate le dio al equipo una mayor fluidez y aparecieron así más espacios para la generación de juego. Quizá es en él donde Russo ha encontrado una respuesta provisoria a la carencia de Cardona, que indefectiblemente Boca añora con ansias que se concluya lo antes posible. Más allá del gol, Zambrano se mostró más firme y, si bien a Rojo le falta desde lo físico, poco a poco parece ir acomodándose. La línea de 3 con los dos laterales-volantes sin dudas ha llegado para quedarse: Capaldo (siempre) cumple y Fabra está en su salsa: despreocupado por momentos de la marca, puede proyectarse con mayor serenidad.
Capítulo aparte merece un tal Jorman Campuzano. Indudablemente el volante central Xeneize viene arrastrando una molestia muscular que le está pasando factura partido tras partido. Mientras que no esté al 100%, sus deficiencias son notorias.
En síntesis, el empate es un buen resultado en base a lo que fue el trámite del partido, pero no es del todo práctico como para dejar a los de Miguel cómodos posicionalmente. Todo está por verse: pero para ganar, habrá que mejorar desde lo futbolístico.
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