Ya no sorprende
- Matías Gonzalo Costa
- 25 mar 2021
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 21 mar 2022
San Lorenzo cayó 2 a 0 con Defensa y Justicia por Copa Argentina y, en un país donde los entrenadores duran en sus cargos verdaderamente poco, la continuidad de Dabove pende de un hilo. ¿Quiénes son los responsables de este delicado momento del Ciclón?

Foto: La Nación
Cuando los fanáticos del juego deciden realizar sus pronósticos de un partido de San Lorenzo lo primero que hacen es ver quién es su rival. Ya no alcanza simplemente con la jerarquía propia que su nombre le otorga, pues al fin y al cabo esta parecería haberse desvanecido.
Otra vez: sí, de nuevo. Los dirigidos por Diego Dabove no estuvieron a la altura de un compromiso que, si bien no define directamente lo que pasará con el DT, amplía aún más el espectro de incertidumbres. Dentro de la cancha los niveles futbolísticos fueron muy irregulares. Baja (diría casi nula) fue la intervención de Ángel Romero, del cual se espera mucho más de lo que, al menos en asociación con sus compañeros, puede llegar a dar. Para colmo el ex técnico de Argentinos Juniors lo sacó a pesar del resultado adverso, lo que podría haber abierto tranquilamente la puerta a un nuevo capítulo de miras entrecruzadas.
"Hasta el gol fue muy parejo y disputado. A partir del primer gol, pudimos conseguir más control de juego, circuito y líneas de pase". Sebastián Beccacece, director técnico de Defensa y Justicia.
Pero lo cierto es que sería injusto recaer únicamente sobre los actores principales de esta historia. Más aún si tenemos en cuenta que mientras el sufrimiento y las críticas se la llevan estos, otros optan por diagramar lo que será una nueva versión de un clásico reality show. Y eso, aunque a través de las urnas se haya demostrado lo contrario, es lo que internamente más molesta. San Lorenzo vive, actualmente, bajo una suerte de corriente aspiracionista. Cegado por lo que alguna vez fue la gran ilusión de conquistar América, pone en su rumbo objetivos pura y exclusivamente sustentados sueños grandilocuentes. No obstante, sobran los ejemplos que nos indican que no se puede llegar a la meta sin antes prepararse para la carrera. Es necesario, por dicho motivo, que el equipo construya una base sólida que le posibilite empezar lentamente a correrla. No se puede esperar resultados sin antes disponerse a ordenar el papeleo. Lo que sucede en el verde césped no es más que un nítido reflejo de una afianzada desorganización externa.
Esta claro, bajo esta misma línea, que el club se ha ido "devaluando" (y no sólo precisamente en términos económicos) durante los últimos años. La fragilidad institucional denota que al único al que parece afectarle esta situación es al hincha: a ese genuino, que acostumbraba a ir a la cancha todos los fines de semana y que ahora, por la inoperancia de muchos de los que mandan, se tiene que conformar con seguir pagando la cuota para no sentir ese amargo desarraigo de perder el tan valioso y preciado carnet.
Otro gran golpe, otra gran desilusión. Los de adentro no encuentran el rumbo. Los que los dirigen técnicamente parecen ir perdiendo poco a poco la credibilidad. Pero los palcos de los poderosos (nótese que aquí reside lo más crítico del asunto), al menos simbólicamente, se muestran vacíos.
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